El 1° de marzo de 2018, un atronador aplauso resonó entonces en el Manège, edificio histórico a dos pasos del Kremlin donde, en un show jupiterino, Vladimir Putin presentó los progresos militares del país: drones a propulsión nuclear, sistemas de defensa hipersónicos “que siguen sus blancos como un meteorito”, armas apocalípticas “que nadie posee en el mundo”… El presidente ruso no parecía tener límites: presentó tan bien la excelencia militar del Kremlin, que la mayoría de los expertos terminaron por creerle. Los 1500 invitados de la elite político-económica rusa estaban en la gloria.